POR ANGELICA GORODISCHER
¿Quién no conoce a algún coleccionista? Más cerca o más lejos, todos tenemos el placer o la tortura de conocer uno. Angélica Gorodischer,autora de Doquier, Historias de mi madre y Tumba de jaguares, se confiesa parte del grupo y revela algunas de las características más llamativas de los famosos "junta tutti':
Coleccionismo
No se sabe muy bien si es una enfermedad o una actitud inofensiva. Para las dos opiniones hay gran cantidad de gente dispuesta a alinearse férreamente en lo suyo. Pero la verdad es que si "con el número dos empieza la pena", también lo es que "con el número dos empieza la catástrofe". Y empieza con la comezón, no del séptimo año, sino de las ganas de tener otro u otra.
¿Otro qué? ¿Otra qué? Ah, bueno, depende. Depende de muchísimos factores, explícitos algunos y absolutamente secretos algunos otros. No es que vayamos a pasar revista a todos, pero hay que aclarar que la actitud, la enfermedad, la afición, lo que sea, da síntomas desde muy temprano en la vida. Es cierto que a los siete años no se puede coleccionar bicicletas ni muebles antiguos ni pelotas de fútbol firmadas por los astros del deporte, pero sí se puede coleccionar piedritas juntadas en las sierras o en el mar, monedas de ésas que traen los tíos y los padrinos a la vuelta de un viaje a alguna parte, las infaltables estampillas, bolitas s si es que todavía existen (bolitas no para jugárselas en un toma y daca en la vereda sino para simplemente contemplarlas y, por otra parte, desgraciadamente los chicos ya no juegan en las veredas, ni a las bolitas ni a la rayuela ni a nada), tapitas de alguna bebida gaseosa, no de las que sirven para canjear por algún vasito berreta sino de las que sirven sólo para eso, para ser coleccionadas, etiquetas de lo que sea y hasta rompecabezas y juegos de mesa (y por que no discos de vinilo?).
Andando el tiempo la cosa se pone un poco más seria, un poco nomás, como para anunciarlo(se-viene, y entonces-la-víctima (¿víctima?) cOleccion Dé lapiceras fuente, fotos antiguas, botellitas miniatura, llaves viejas, ceniceros con publicidades de cigarrillos que ya no existen, bastones y vaya una a saber cuántas cosas más (y mis discos??). Las posibilidades son casi infinitas, infinitas diría el maestro Borges, porque el universo es infinito. Lástima no poder coleccionar galaxias, caramba.
Si quien colecciona goza de una excelente posición económica, puede coleccionar desde esmeraldas hasta autos antiguos. Lo de las esmeraldas resulta levemente ostentoso, en verdad. Casi de mal gusto. En cambio la de los autos antiguos es una de las variantes más atractivas que encontrar se pueda. El único inconveniente es el precio de cada pieza (los vinilos son mas potables...). Pero, a no desesperar. Se puede coleccionar porcelanas de Baviera, guardas de espadas japonesas del siglo XVIII, incunables, botellones de cristal, cascos de guerra (qué horror), medallas de Santa Eduviges virgen y mártir, joyas de coral, sellos romanos de estricto a. de c., plumas de ave con las cuales los prohombres de la literatura mundial escribieron sus obras maestras, máscaras africanas o de donde sea pero siempre espantosamente siniestras, íconos rusos, anillos de boda, posters de películas clásicas (El Angel Azul, Casablanca, l'Atalante, El Muelle de las Brumas, etc.) (nada de Harry Potter ni de cine iraní, ¡cuidado!), condecoraciones, dedales de oro y plata y marfil, dagas orientales, iufff! se puede coleccionar de todo…….(y te seguis olvidando de mis discos!!)
Sólo hay que tener en cuenta ciertas condiciones. Ah, sí, porque hasta existe un "Decálogo del Coleccionista" del cual no me vaya acordar enteramente pero sólo hay que ir a Internet para enterarse. Por ejemplo, se advierte que el o la coleccionista debe estudiar mucho. Eso quiere decir que una vez que el sujeto o la sujeta se ha decidido por algo, digamos libros eróticos del siglo XIX encuadernados en cuero de Rusia, tiene que ponerse a leer con todo entusiasmo lo que se viene publicando desde hace un par de siglos hasta hoy sobre los antedichos libros, supongo que para poder enterarse de si le están vendiendo lo mejor o una infame chatarra imitación 'made in Los Quirquinchos'; y también para poder lucir su erudición cada vez que los visitantes y amigos y parientes admiran su colección.
Además tiene que disponerse a gastar sus buenos pesos (dólares y/o euros en el peor de los casos) para aumentar la colección con material del más prístino origen y evolución (si lo sabré..). Porque un día, el Señor no lo permita, un día se le termina el entusiasmo y quiere vender su colección y francamente, una colección pobretona de sea lo que sea no puede sino lograr un precio más que pobretón.
Claro que en general los coleccionistas, los atacados de coleccionismo, no venden sus colecciones a menos que estén con el agua al cuello o hayan decidido morirse por voluntad propia o dictamen del destino. Al contrario. Lo que quieren, lo que han querido siempre, desde que empezaron con las bolitas o las piedras traídas de las sierras, es tener su preciosa colección cerca, muy cerca de sus ojos, de sus manos y de su incalculable adoración.
¿Qué cómo lo sé? Es que yo también padezco de coleccionismo. Pero no me pregunten qué es lo que colecciono porque no lo confieso ni bajo amenazas de muerte en el potro. He dicho.
FUENTE: Revista Para tí... de hace mucho, y algunos parentesis corren por mi cuenta. perdon, y Gracias!!
1 comentario:
excelintisisisimo comentario Angelica, y gracias por divulgarlo Santi.
Marcela
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